Agradezcamos que hoy estamos vivos (tragedia en la ciudad de la alegría)
Creía ser un escritor. Complejo, salvaje, pero no podía escribir más de dos palabras seguidas. Salía a fumar con los policías. Los grossos, los negros de chaca les hacían la segunda. A veces se vestían y se prendían fuego, o se arrojaban hacia ellos mismos.
En otro renglón aparecía el jujeño. Gordo puto también le decían. Siempre lo fajaban. Pero el gordo era un nueve que te cambiaba un partido en dos minutos. Su madre tenía cáncer. Cristina se llamaba. Su hermana era sordomuda con dolor de páncreas. Sin embargo tenía celular y hablaba con el perro.
En su jardín vive un gnomo que es medio perverso. "Le hace muecas", nos cuenta Emilce, que toca la guitarra con una sola mano. "La clave es el movimiento", azota y continúa: "Ese gnomo esta alzado" dice, y que arroja heces a los peatones.
Su caballo despide mucho orín. Las tiene por el suelo. Barre el piso con las bolas. Se parece a un camello, pero sin joroba. Y con acento europeo. Y alas que le permiten levitar saboreando mate cocido. Cosido.
"Te movés una vez más y te recago a tiros", gritó un hombre al asustado equino. La cama se movió y se cayó la guitarra. La pelota pasó por encima del ratón Ayala. Y volvió para lo mismo. Imaginaba a las letras como corredores de atletismo trotando hacia la lapicera. De nuevo, todo se volvió fuego. Y luego cenizas. Que oscurecieron levemente el sufrimiento en partidos de Ping Pong.
La voz de Yabrán transmitiendo sonidos hizo levantar el placer hoy escondido hasta tropezar en el aire. "Todos de la mano!" Grita el pato Donald. "Aguantá que se ahoga!" Respondió Shrek enfurecido.
Cuatro paredes rodeaban a un idiota. Las mismas paredes que ayer lo protegían, hoy lo aplastan...
El hombre lobo gritaba desde lejos: "Me afanaron el auto", con lágrimas en los ojos. Se le pudría el rancho, porque era de su viejo. "No te hagas drama que te lo cubre el seguro", dijo un gallito ciego. Y se tuvo que ir en taxi.
En otro renglón aparecía el jujeño. Gordo puto también le decían. Siempre lo fajaban. Pero el gordo era un nueve que te cambiaba un partido en dos minutos. Su madre tenía cáncer. Cristina se llamaba. Su hermana era sordomuda con dolor de páncreas. Sin embargo tenía celular y hablaba con el perro.
En su jardín vive un gnomo que es medio perverso. "Le hace muecas", nos cuenta Emilce, que toca la guitarra con una sola mano. "La clave es el movimiento", azota y continúa: "Ese gnomo esta alzado" dice, y que arroja heces a los peatones.
Su caballo despide mucho orín. Las tiene por el suelo. Barre el piso con las bolas. Se parece a un camello, pero sin joroba. Y con acento europeo. Y alas que le permiten levitar saboreando mate cocido. Cosido.
"Te movés una vez más y te recago a tiros", gritó un hombre al asustado equino. La cama se movió y se cayó la guitarra. La pelota pasó por encima del ratón Ayala. Y volvió para lo mismo. Imaginaba a las letras como corredores de atletismo trotando hacia la lapicera. De nuevo, todo se volvió fuego. Y luego cenizas. Que oscurecieron levemente el sufrimiento en partidos de Ping Pong.
La voz de Yabrán transmitiendo sonidos hizo levantar el placer hoy escondido hasta tropezar en el aire. "Todos de la mano!" Grita el pato Donald. "Aguantá que se ahoga!" Respondió Shrek enfurecido.
Cuatro paredes rodeaban a un idiota. Las mismas paredes que ayer lo protegían, hoy lo aplastan...
El hombre lobo gritaba desde lejos: "Me afanaron el auto", con lágrimas en los ojos. Se le pudría el rancho, porque era de su viejo. "No te hagas drama que te lo cubre el seguro", dijo un gallito ciego. Y se tuvo que ir en taxi.