Pelado comunista busca careta de Gerrard de Pardieu en buen estado.
Julián se levantó del piso y, con un aire casi hostil, interpeló: "Tengo hambre". El hada madrina le contestó: "No necesitas comida. Los fluidos de tu cuerpo te alimentarán"... Y se desvaneció en el aire.
Se sacudió y siguió caminando. Divisó una estación de servicio, pero resultó ser un oasis. 35 metros más adelante encontró a Fujin, el dios del viento, y éste decidió conocerlo. Le ofreció tres deseos, a cambio de sus zapatillas. El niño triste de Escalada sabía muy bien que en una situación ordinaria tomaría las decisiones correctas, pero ante la magna figura de este esplendoroso ser divino, los nervios le jugaron en contra. "Mi primer deseo..." Titubeó, "es tener zapatillas nuevas". Julián no era ningún boludo, y Fujin lo sabía. Ahora entendía que la mente de este niño podría significar el fin de su propia existencia. Batió una varita y dos Nike impecables emergieron de la nada para colocarse en sus pieses. Sus ojos brillaban de alegría y emanaban la energía que sus palmas no habían podido transmitir.
Ahora no sentía sus manos. Sintió haber movido su cuerpo hacia la derecha, carente de extremidades. Volvió a encontrarse en el suelo, pero esta vez los fluidos de su gluteo alimentaron su cerebro, tal como la misteriosa hada había anticipado. Su cuerpo se inclinaba. El efecto de la cocaína lo invitaba a tocar el pasto. Ya no le importaba desear. Todo lo que siempre había querido se entregaba a sus pies. Dos niñas pelirrojas bailaban llorando de risa. En la colina, una fogata despedía el atardecer rodeada de indios de blanco aspirando gomina. Julián, en el piso, lamía las plantas.
A todo esto, Fujin había tenido tiempo de ir a cagar y volver. Dos veces. Sin embargo esperó, hasta que en un sórdido momento, gritando reclamó: "Pero venga tío! Que no tengo todo el día. Pide tus putos deseos que se hace de noche y esta plaza queda a tomar por culo de mi casa". En este momento, el bolchevique Roel tuvo un deja vú. Después reaccionó y gritó enfurecido. Gritó por horas hasta que le estalló el escroto y se rindió inconsciente.
Fujin le afanó las zapas y se fue en bicicleta.
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Hoy nos aprovechamos de YouTube con: "Peter out-farts Michael Moore"
Se sacudió y siguió caminando. Divisó una estación de servicio, pero resultó ser un oasis. 35 metros más adelante encontró a Fujin, el dios del viento, y éste decidió conocerlo. Le ofreció tres deseos, a cambio de sus zapatillas. El niño triste de Escalada sabía muy bien que en una situación ordinaria tomaría las decisiones correctas, pero ante la magna figura de este esplendoroso ser divino, los nervios le jugaron en contra. "Mi primer deseo..." Titubeó, "es tener zapatillas nuevas". Julián no era ningún boludo, y Fujin lo sabía. Ahora entendía que la mente de este niño podría significar el fin de su propia existencia. Batió una varita y dos Nike impecables emergieron de la nada para colocarse en sus pieses. Sus ojos brillaban de alegría y emanaban la energía que sus palmas no habían podido transmitir.
Ahora no sentía sus manos. Sintió haber movido su cuerpo hacia la derecha, carente de extremidades. Volvió a encontrarse en el suelo, pero esta vez los fluidos de su gluteo alimentaron su cerebro, tal como la misteriosa hada había anticipado. Su cuerpo se inclinaba. El efecto de la cocaína lo invitaba a tocar el pasto. Ya no le importaba desear. Todo lo que siempre había querido se entregaba a sus pies. Dos niñas pelirrojas bailaban llorando de risa. En la colina, una fogata despedía el atardecer rodeada de indios de blanco aspirando gomina. Julián, en el piso, lamía las plantas.
A todo esto, Fujin había tenido tiempo de ir a cagar y volver. Dos veces. Sin embargo esperó, hasta que en un sórdido momento, gritando reclamó: "Pero venga tío! Que no tengo todo el día. Pide tus putos deseos que se hace de noche y esta plaza queda a tomar por culo de mi casa". En este momento, el bolchevique Roel tuvo un deja vú. Después reaccionó y gritó enfurecido. Gritó por horas hasta que le estalló el escroto y se rindió inconsciente.
Fujin le afanó las zapas y se fue en bicicleta.
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